9 de mayo: una victoria obrera que Occidente no quiere recordar



El 9 de mayo marca un hito histórico para la humanidad: la derrota del nazismo en 1945. Es el Día de la Victoria, celebrado principalmente en los países de la antigua Unión Soviética, donde más de 27 millones de vidas fueron entregadas por la causa del antifascismo. Pero lo que fue una victoria del proletariado armado y organizado, bajo la bandera del socialismo, hoy es objeto de una campaña sistemática de revisionismo histórico. Esta batalla no se libra con armas, sino con libros de texto, discursos oficiales y series de televisión. Es una guerra por la memoria, y como toda guerra, tiene intereses de clase.


¿Qué es el revisionismo histórico?

No toda revisión histórica es negativa. La historia debe ser reinterpretada críticamente con base en nuevas evidencias o contextos. Pero el revisionismo histórico, cuando sirve a intereses ideológicos ajenos a la verdad, se convierte en una herramienta política de la burguesía para moldear la conciencia de las masas.

En las últimas décadas, el revisionismo ha actuado como instrumento ideológico del bloque capitalista occidental para despolitizar la historia del siglo XX. Su objetivo es claro: borrar el papel de la clase obrera, criminalizar el comunismo y presentar al capitalismo como garante de la “libertad” y la “democracia”.

 

La despolitización del Día de la Victoria

Durante la Guerra Fría y más aún tras la caída de la URSS, el relato dominante ha sido adulterado. Hoy se enseñan versiones “equilibradas” que colocan en el mismo nivel la participación de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, cuando en realidad el 80% de las bajas militares alemanas se produjeron en el Frente Oriental.

Peor aún, organismos como el Parlamento Europeo han equiparado nazismo y comunismo en resoluciones vergonzosas que lavan la cara al fascismo al tiempo que criminalizan el antifascismo socialista. En esta narrativa, el Ejército Rojo no liberó Europa del fascismo, sino que “la invadió”.

Hollywood contribuye con una estética donde la victoria sobre los nazis es protagonizada por soldados estadounidenses, borrando por completo a los partisanos, a la resistencia comunista y al heroísmo del pueblo soviético. Es la cultura puesta al servicio del capital.

 

La URSS: hechos irrefutables

Frente a las mentiras, los datos:

  • Más de 27 millones de soviéticos muertos, entre militares y civiles.
  • La Batalla de Stalingrado, considerada el punto de inflexión de la guerra.
  • La toma de Berlín por el Ejército Rojo el 2 de mayo de 1945, sellando la derrota nazi.
  • La liberación de campos de concentración por soldados soviéticos, como Auschwitz.


Estos hechos no son simples estadísticas. Son expresiones de una lucha heroica protagonizada por campesinos, obreros, mujeres y jóvenes formados bajo el socialismo. Fue el pueblo trabajador quien venció al fascismo.


 

La historia como campo de batalla de clases

La historia no es neutra. Es un campo de lucha ideológica. Quien controla el relato del pasado, modela las posibilidades del futuro. Por eso los enemigos del socialismo necesitan borrar el rol del comunismo en la derrota del nazismo: porque saben que ese ejemplo aún inspira.

El fascismo no es un accidente. Es la forma terrorista del poder capitalista en crisis. Por eso, la lucha contra el fascismo no puede desligarse de la lucha contra el sistema que lo engendra. No basta con declarar que “el nazismo es malo”. Hay que entender por qué existió, a quién sirvió y quién lo derrotó.


Como decía Karl Marx:

“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.” (Libro: El 18 brumario de Luis Bonaparte)

Solo con memoria activa podremos romper esas cadenas.

 

Reivindicar la victoria, reivindicar al comunismo

Hoy, más que nunca, es urgente reivindicar el 9 de mayo como lo que fue: la victoria del socialismo sobre el fascismo. No como una fecha nacionalista, ni como un mito vacío, sino como una jornada de memoria obrera y lucha internacionalista.

El proletariado no puede ceder su historia. La verdad sobre la Segunda Guerra Mundial no es un “detalle del pasado”, es una herramienta de lucha en el presente. En cada intento de reescribirla, hay una intención política: impedir que los pueblos del mundo recuerden que sí es posible vencer al capitalismo, cuando el pueblo está organizado y armado de conciencia.


 

Aleksandr Matrosov: El héroe que se lanzó sobre la muerte

Aleksandr Matveevich Matrosov es recordado como uno de los símbolos más emblemáticos de la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial). Nacido el 5 de febrero de 1924 en Yekaterinoslav (actualmente Dnipro, Ucrania), Matrosov se convirtió en un ícono de la resistencia soviética tras su acto de valentía el 27 de febrero de 1943, a la temprana edad de 19 años. Su historia no solo es un relato de guerra, sino también un testimonio de cómo el coraje individual puede inspirar a una nación entera.


 

Una infancia marcada por la adversidad

La vida de Matrosov estuvo llena de dificultades desde su niñez. Huérfano de padre, su madre lo entregó a un orfanato en 1935 para protegerlo del hambre. Pasó cinco años en el orfanato de Ivanovka, en la región de Ulyanovsk, donde recibió educación y formación. En 1939, fue enviado a trabajar en una fábrica de reparación de vagones en Kuibyshev (hoy Samara), pero su espíritu inquieto lo llevó a escaparse. Este acto de rebeldía lo condujo a ser condenado por violar las normas de pasaportes internos, aunque esta sentencia fue anulada años después, en 1967.

 

El llamado al frente

Con el estallido de la Gran Guerra Patria, Matrosov no dudó en presentarse como voluntario para luchar. En septiembre de 1942, fue reclutado por el Ejército Rojo y enviado a la Escuela de Infantería de Krasny Kholm. Sin embargo, su formación militar fue interrumpida cuando, junto con otros cadetes, fue enviado al frente de Kalinin (actualmente Tver) en noviembre de 1942. Allí, se unió al 2.º Batallón de la 91.ª Brigada de Fusileros Voluntarios Siberianos, una unidad que pronto se vería envuelta en algunos de los combates más intensos de la guerra.

 

El acto heroico que lo inmortalizó

El 27 de febrero de 1943, durante una batalla cerca de la aldea de Chernushki, en la región de Pskov, Matrosov y su unidad se enfrentaron a una feroz resistencia alemana. Tres búnkeres enemigos (DZOT) bloqueaban el avance soviético. Dos de ellos fueron destruidos, pero el tercero continuaba disparando, causando bajas entre las filas soviéticas.

En un acto de valentía sin precedentes, Matrosov se arrastró hasta el búnker y lanzó dos granadas, logrando silenciar temporalmente el fuego enemigo. Sin embargo, cuando los soldados soviéticos intentaron avanzar, el fuego se reanudó. En ese momento, Matrosov se lanzó sobre la ametralladora, cubriendo la tronera con su cuerpo. Este acto de sacrificio permitió que su unidad avanzara y tomara la posición enemiga, asegurando la victoria en la batalla. Matrosov perdió la vida, pero su acción se convirtió en un símbolo de heroísmo y entrega.


 

Reconocimiento y legado

El sacrificio de Matrosov no pasó desapercibido. El 19 de junio de 1943, fue condecorado póstumamente como Héroe de la Unión Soviética, la máxima distinción militar del país. Además, recibió la Orden de Lenin y la Medalla de la Estrella de Oro. Su nombre fue inmortalizado en la historia militar soviética, y su regimiento, el 254.º Regimiento de Fusileros de la Guardia, llevó su nombre en su honor.

El 8 de septiembre de 1943, el Comisario del Pueblo de Defensa, Iósif Stalin, emitió una orden especial en la que se nombraba al 254.º Regimiento de Fusileros de la Guardia como "Regimiento Aleksandr Matrosov" y se le incluía de manera permanente en la lista de la 1.ª Compañía del regimiento. Este fue el primer caso en la historia de la Unión Soviética en el que un soldado caído era honrado de esta manera.

 

Controversias y versiones alternativas

Aunque la versión oficial de los hechos ha sido ampliamente aceptada, algunos historiadores han cuestionado la viabilidad de que un cuerpo humano pueda detener una ametralladora. Sugieren que Matrosov pudo haber sido alcanzado por el fuego enemigo mientras intentaba lanzar una granada. Sin embargo, testigos presenciales, como su compañero Piotr Ogurtsov, confirmaron la versión oficial de los hechos.

Además, se ha señalado que Matrosov no fue el primero en realizar un acto de este tipo. Durante la guerra, más de 300 soldados soviéticos realizaron acciones similares, pero fue el nombre de Matrosov el que se utilizó para simbolizar este tipo de heroísmo, gracias en parte a la cobertura mediática que recibió su historia.

 

Memoria y homenajes

El legado de Matrosov sigue vivo en Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética. Numerosos monumentos, calles, escuelas y parques llevan su nombre. En la ciudad de Velikiye Luki, donde fue enterrado, se erigió un imponente monumento en su honor. Además, su historia ha sido inmortalizada en sellos postales, monedas y obras literarias.

En Ufa, la capital de la República de Bashkortostán, se encuentra un museo dedicado a su memoria, ubicado en el antiguo edificio de la colonia laboral donde vivió antes de ser enviado al frente. Su nombre también ha sido otorgado a barcos, escuelas y granjas colectivas, convirtiéndolo en un símbolo perdurable de valentía y sacrificio.